Este es un blog fundamentalmente de fotografía, en el que de vez en cuando y solo de vez en cuando, puede aparecer la palabra escrita, sin otra pretensión que la de servir de divertimento y desahogo a su autor.

jueves, 30 de abril de 2020

La Galaxia


Un poco de algodón, unas luces led pintadas de colores con laca para bombillas, una pequeña, pero matona, Lumix TZ100, tres fotografías, un poco de Photoshop y mucho pero, que mucho tiempo libre, bastan para montar tu propia galaxia con planetas, estrellitas y su agujerito negro en el centro.

Como no me desconfinen pronto voy a terminar más grillao que una cabra harta de comer papeles.

😁 ¡Que a mí lo que me gusta es fotografiar edificios!


lunes, 27 de abril de 2020

Acuarios, paradojas y otras lindezas


Paradoja.
Hecho o expresión aparentemente contrarios a la lógica.

Que este tiempo que nos ha tocado vivir es cada vez más paradójico es una realidad cuestionable, pero cierta, a ver si no es una jodida paradoja que los que siempre se han mostrado de palabra y obra en contra de cualquier derecho o libertad democrática, proclamen ahora su indignación por la declaración del estado de alarma, y lo tachen de inconstitucional.
Es el mundo al revés, los que odian la democracia, los que hicieron todo lo imaginable y más para que nunca llegara, y torpedean con todos los medios a su alcance su desarrollo y progreso, acusan a los que siempre lucharon para que llegara de anti-demócratas y autoritarios ¡Tiene güevos-con g- la cosa!

Ahora ya me explico porque se me ha metido en el coco y no dejo de canturrear la canción de Joaquín Sabina que dice… “Mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios de los peces de ciudad”  


sábado, 11 de abril de 2020

Cuando el diablo...


Erase una vez un niño hiperactivo y un pelín disléxico que a principio de los años sesenta  vivía en una casa de las afueras de la ciudad de Madrid, una especie de pequeña granja, con pollos, gallinas, conejos, patos, pavos, perros y gatos, una casa con un gran patio cubierto por rosales trepadores y rodeada de arriates plagados de flores y plantas de todos los colores.

Con buen tiempo, lo pasaba quemando la energía que le sobraba, soltando a los conejos que corrían despavoridos a refugiarse  entre las plantas, jugando con ellos al escondite, también imaginaba ser un aventurero en busca de un tesoro en forma de huevos, que las gallinas ponían en los más insospechados lugares.

Pero con la llegada del frío helador del invierno madrileño se refugiaba al calor del fogón de carbón de la amplia cocina de la casa, en aquel confinamiento climatológico su mente inquieta maquinaba la manera de desfogarse, destripando algún juguete con la intención de descubrir que tenía dentro y sobre todo dibujando y pintando con un lapicero los azulejos de la cocina, cosa que no hacia ninguna gracia a su madre, que luego tenía que pasar un buen rato limpiando tan peculiar obra artística, gritándole ¡Cuando el diablo no sabe que hacer, con el rabo mata moscas!

En la actualidad la casa y los animales han desaparecido, en su lugar hay un bloque de pisos, los inviernos en Madrid son mucho más templados, el niño ha crecido, se ha convertido en un  urbanita adulto, sigue siendo hiperactivo y un pelín disléxico, en este nuevo, obligado y maldito confinamiento, ya no pinta los azulejos de la cocina, ahora hace fotografías muuuu raras.

Y es que ya se sabe que…  ¡Cuando el diablo no sabe qué hacer, con el rabo mata moscas!